domingo, 9 de febrero de 2020

Fin.

Llegamos al final.

Decir que uno ha llegado al final suena definitivo, pero claro que no lo es, empieza uno de inmediato otra cosa pero coherente con lo que se deja, le hace honor en el ruido, en la rabia, en el dolor, todo conecta. El final mero es la cima de todo lo que se conecta, hasta el punto que estalla y empieza de nuevo a rearmarse, porque son los mismos pedazos, nada se pierde.

A mi me enseñaron que llorar es sano, desahogarse dicen, porque es verdad que el mundo y todas sus manifestaciones embriagan y ahogan, nadie está listo para ese tanto que soporta cada día. Yo no me siento listo, nunca, no me he sentido listo desde que nací, para recibir o para dar, para descubrir u olvidar, no he deseado ninguna de esas cucharadas, pero me vienen en fila, sin que pueda deglutir o cuando menos saborear la diferencia entre una y otra.

Me ahogo, cada día. Me desahogo de vez en cuando. Hoy me desahogue por unos minutos y ya me ahogué de nuevo, porque como abrí, el final no es más que un parpadeo forzado, pero lo que viene siempre es paisaje, horror o dicha, siempre harta.

Llegué a este final crudo. Tan en la cima de la dicha sintiéndome, tan crédulo de la belleza aparente. Entregado entero a la dicha del segundo previo y caí a esta charca fangosa. Desde aquí he dejado de tragar los sorbos dulces, tengo la boca seca, sucia. Me enfada la sed. Me lastima la distancia del sorbo que libera y continúo hundiéndome, en dirección al fondo... No puedo subir, pero ya subiré, la luz sola me llevará.

Un episodio de drama, es la llamada de la entropía para el nuevo órden. Temo que el fondo esté lejos, temo que la luz no me lleve, pero en todo siempre he permanecido temiendo y al final siempre llega el asombro, confío en la mañana del asombro. El sol que lava y sutura, el que engrandece la más leve semilla hasta llevarla a tocar las nubes, a liberar solo vida y brillo.

Ya vendrá mi mañana de sol, esta es mi noche de fango. Toda dedicada a esa alma en la que me embriagué y me ahogué de la dicha, en la que estallé para encontrarme en pedazos, para anhelar de nuevo la mañana de mi sol, mi sol de la mañana, mi estrella. 

Buena suerte para todos esta noche, sobretodo para quienes atraviesan como yo esta senda de fracaso.

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