miércoles, 24 de marzo de 2010

Viviana


Viviana abrió la puerta, entró como masticando una devastadora profecía, con su cigarrillo entre los dedos y los labios, me miró y salí a volar por la ventana, por si las moscas.

- Amor, tienes que leer a Gonzalo Arango.
- Para qué, ¿para aprender nada?
- No, para que no te lo tires todo.

Violeta, la otra, preparó los clásicos huevos revueltos y un café sin carácter, inició la terapia.

Cuando nos conocimos compartíamos mucho: el terrible fastidio al sol, la tímida vergüenza ante los creyentes hipócritas, una horrenda resaca, mórbidos olores y gestos agonizantes. Mala pasada, la mañana de Domingo se hizo para mantenerse en casa o en cualquier agujero que mantenga esa pequeña dignidad, la mínima decencia que nos aleja de los maltrechos zombies citadinos, despues de semejantes vigilias.

Para entonces Viviana, era ya mi fantasía. Recuerdo que una noche en medio de enervancias y un desaforado optimismo, me escondí tras la primera puerta que encontré y pretendí que ella llegaría a salvarme del infierno de la quietud entre el rincón y la puerta, y de la insondable desesperación de habitar un cuerpo de algodón, con la frágil mente vuelta añicos en un mar de sustancias inciertas, no se puede delinear detalles sobre este particular.

Violeta. Ni ella ni yo cederíamos espacio a las coqueterías de Viernes, eramos un puñado de ceniza mojada, calculabamos las posibilidades para llegar más rápido a casa, la pericia necesaria en cada tramo, la frecuencia de cantantes y vendedores de buses, como llenando los agujeros de la amnesia alcoholica, nos fastidiamos y esperamos no volver a vernos nunca. Pero ahí estaba menguandome la vida y la pelvis.

Pienso que Viviana debió abrir los ojos, debería, virtualmente tendríamos mucho mundo los dos, mucha vida, muchas ganas. Ella probablemente tendrá ya bastante de un poco de muchas cosas, pero yo hablo de lo que seríamos en el mundo estando juntos, nunca ceniza, nunca moscos en leche, nunca café sin amor, pelvis inmaculada cada noche, los ojos felizmente abiertos, abiertos, un gato...

Violeta. Desafortunada en su Karma, tener que enfrentarse a mi pobre amor, a mi amor que no es el que ella quisiera dedicarse desde mi, este amor es el que le cabría en todos los poros a Viviana, pero a Violeta no le cala ni una lágrima flaca. Ella me recibe con humildad, como una desafortunada experiencia de la cual debe aprender. Yo creo que no se equivoca y en gracia del equilibrio cósmico siento exactamente lo mismo hacia ella, lo cuál no equivale a decir que somos el uno para el otro. Somos desesperadamente iguales, por eso deberíamos asesinarnos en sincronía, no dar más vueltas, y desearnos que ojalá la fuerza del Samsara sea más loca y nos mande muy lejos en la nada.

Viviana debería presenciar ese gran momento, ese ritual cirquero diseñado para evitar jodas. ¿Que mejor para los artistas que un público con pecas y olor a tabaco?.




Imagen: Tesseract Deseiver de Justin Schaefer, en:http://beinart.org/artists/justin-schaefer/gallery/paintings/#

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