jueves, 27 de octubre de 2011

Editorial Fantasma: Memorial de un canto en primavera.


Quedó atras el campo. Narrar la historia sobre un viaje siempre es como describir una lágrima, se anuncia y se evoca pero nuca se prueba la sal, nunca el brillo y el alma. Entonces uno siempre está perdido en el limbo que a veces puede leerse como el paraiso, sin llegar a un suspiro de la inmensidad de cada segundo.

Orfeo viajó al inframundo para traer de regreso a su amada, la música fue su fuerza, el silencio su trampa y la sombra su derrota, que canciones tristes debió cantar para conmover la tradición de lo insondable, ¿qué habría hecho Orfeo si en lugar del inframundo su bienamada Eurídice hubiese caido en el eterno resplandor? cómo caminar desde la tierra al paraiso, cómo conmover a la absoluta sobervia de los cielos, qué música podría vencer la poderosa ambientación del supremo misterio? cantaría Let it Be?

Las naditaciones son invitaciones a perderse de la desesperanza que recorre las ciudades y los campos, la angustia de los claustrofóbicos y las agorafóbicas, la gentileza del hermetismo y el absurdo modelaje cotidiano, vale la pena escurrirse del tiempo y la razón, vivir en la vacuidad de un momento que va a ninguna parte, nadite y seremos dos, una fuerza considerable si se tiene en cuenta que tres son multitud.

Entonces yo vengo del paraiso donde antes de salir, justo a un segundo de comenzar la inevitable caída, la mujer exclamó mi nombre y el expulsado he sido yo y la música ha caido conmigo. Orfeo se rie de mi. La musa me mira inocentemente y me espera, entonces tendré que vivir en la luz cuando he presentido tender a la sombra, temo por nosotros, por mí. ¿A dónde iré? Anhelo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ADVERTENCIA

El contenido de este blog se ve completo y mejor, Usando MOZILLA FIREFOX o cualquier otro navegador distinto a INTERNET EXPLOTER, que es una mierda.