domingo, 1 de febrero de 2009

Un -Como Mosquito-. (Cuento rápido)



Esta tarde de convalecencia, después de acordar un Martes de colores con Angelita, salí a la terraza* a tomar el sol para ponerle contra al oscuro virus de la gripa, revisé el paisaje buscando una idea temporal para desvanecer el cotidiano denso y los temores de mañana. Ahí estaba el viejo sol con todos los regalos que brinda en alianza con el mundo y la escasa vista que nos corresponde, el paciente volcán Galeras, las vecinas de terrazas contiguas como buscando algo para la gripa entre sus ropas sucias y mi cabello que quiere irse volando todos los días sin contemplar mi afecto… -todo en su lugar, pensé. Entonces tuve ganas de mojarme un poco para espantarme la pereza, me incliné hacia el cubo de agua que me gusta imaginar sin el molde de cemento y me detuvo una fractura en la tensión superficial del contaminado cuerpito de agua. Era un -Como Mosquito-. Agonizaba el pobre en el ancho mar, agua demasiado mansa para poder salvarse… Lo contemplé por unos segundos, lamenté que no disfrutara del sol como yo, en mi comodidad de ruana y babuchas y decidí intervenir en su fatídico momento. Tomé una semillita de Diente de León, de esas que vuelan coqueteándole al futuro y le ofrecí al torpe bicho una balsa para descansar un poco de la jornada que se notaba extenuante para el, para mi asombro, el orgulloso rehusó mi buena voluntad… En ese momento, inducido por poderosas circunstancias, King Crimson al fondo, me resultó imposible no ponerme en el lugar de dios, -en caso que existiera, me dije, debe sentirse conflictuado salvando a sus hijitos. Así me sentí, dudé de la naturaleza del momento agonizante, del móvil de la muerte para este crimen: ¿Era suicidio? ¿Fue un desafortunado accidente?... Trasladé mi terraza a un estado superior, el popular cielo, pensé en los Ángeles en general y en los que por alguna circunstancia terminaban en algún rincón oceánico, sus razones, su agonía... la mano bonachona del dudoso dios que salva a los caídos.

Ya resuelto, puse mi propia carne, suprimiendo el temor natural del hombre a los bichos, como muestra verdadera de mi coexistencia amorosa con ese ser minúsculo y haciendo lo que tal vez él haría en mi lugar (dios bicho!!), le di en mi mano un camino de vuelta al cielo que dejó de recorrer con sus mundanas intenciones, por esa causa que nunca sabré. Él, resignado a la vida, se aferró a los surcos cutáneos de mis dedos, “escaleras al cielo” pensé pretencioso, sintiendo mi ego regocijarse en engañar una muerte ajena. Le devolví la densidad del concreto, la tibieza del sol mientras se camina débil, sus preocupaciones… Supervisé su caminar confuso, sus contorciones con las que parecía insultarme y sentí vergüenza por mi afán egocéntrico de salvar su vida y sentirme mejor, fui dios mientras tuve gripa y eso me llevó a la vergüenza… Así que resolví escribir sobre esta experiencia para enmendarme en alguna medida con ese -Como Mosquito- cuyo nombre y destino siempre desconoceré. Quise mientras escribía, volver a ver al mosquito y tal vez preguntarle sobre todas las cosas que pasé por alto, pedirle que me dejara poner su foto en este blog para que la gente sepa, y pedirle que insulte a dios (en caso que existiera) de mi parte, en nombre de todos los Ángeles que no dejó morir. Al volver ya no había nada de él en mi terraza a no ser por esta historia que ya me pesa, volviendo a lo habitual.
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*No se porqué se llama terraza, ¿alguien me puede decir?
Imagen
http://beinart.org/artists/craig-larotonda/?GID=575

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